martes, 28 de febrero de 2017

La escritura: empezar a escribir

El 21 de febrero planteamos en Alfabetización: enfoques y debates la discusión en torno a los dos principales métodos para enseñar a leer y a escribir. Iniciamos hoy entradas   en las que nos proponemos acercar orientaciones relativas a la alfabetización. Nuestra propuesta se sustenta en la transversalidad entre Prácticas del Lenguaje y Ciencias Sociales. Las primeras entradas tendrán como contenido central la escritura. En las siguientes nos abocaremos a la lectura.
La escritura es otra de nuestras ocupaciones docentes, una de las fundamentales. Porque permite al ser humano mostrarse/expresarse/explicarse en su subjetividad, dar cuenta de lo que le pasa, siente, cómo, por qué. Quien no puede hablar, quien no se atreve a hacerse conocer o ver, tendrá siempre la opción de acudir a escribir; aun sin hacerlo en primera persona, dejará huella de sí:  por las palabras usadas, por el orden dado  a las palabras, por el mundo representado a través de ellas, por los personajes que hablarán, se conmoverán mediante ellas. Por eso, retomamos el tema/ este contenido prioritario y presente en toda la escolaridad. Para ello, nos parece válido recuperar las palabras de Emilia Ferreiro. Ellas nos recuerdan qué cuestiones considerar a la hora de ver las “escrituras” de los chicos, convencionales o no,  justamente, para estar atentos y saber por dónde andan con sus ideas acerca de lo que hacen/quieren hacer  y cómo ayudarlos. También nos dan cuenta de lo que intuimos, sabemos pero quizás no actualizamos en las prácticas:  el peso de lo afectivo, la significatividad que tiene para todos los seres humanos cada logro escritural pero, fundamentalmente, el del nombre propio, escribirlo, o acariciarlo y besarlo como hacen algunos chicos, según nos recuerda  la misma autora. Visualicemos y escuchemos sus explicaciones. Explicaciones que facilitarán el acceso a la enseñanza de la escritura que tanta ansiedad produce en cada uno de nosotros, los docentes; y facilitarán el acceso al aprendizaje de los niños acompañando el camino recursivo y espiralado que van desarrollando:


Es necesario en este punto que mantengamos la idea de la transversalidad de las áreas en la alfabetización y, aquí específicamente, en la enseñanza de la escritura. Se alfabetiza desde todas las áreas ya que proponen problemáticas que ponen en juego el uso del  lenguaje oral y escrito. Si nos detenemos en el planteo de Emilia Ferreiro acerca de la importancia del nombre propio, de cómo se relaciona con la construcción de identidad y de subjetividad en los niños, podemos considerar las prácticas que desde las Ciencias Sociales promueven la adquisición de la escritura. La familia es un contenido que atraviesa la currícula del primer ciclo. La manera en la que una sociedad concibe esta institución, las características que tiene y las funciones que desempeña, los diferentes tipos  de familia en distintos momentos y lugares o dentro de una misma cultura, son dimensiones del contenido a problematizar y trabajar en el aula.
Muchas son las actividades que se desarrollan en este sentido: preguntas disparadoras de un diálogo de intercambio de los conocimientos que sobre el tema tengan los niños y que favorezcan la recuperación de las experiencias propias, la lectura de imágenes sobre familias diferentes y sobre las de los alumnos, relatos de anécdotas familiares, por nombrar algunas.
Todos tenemos un nombre y ese nombre tiene una historia en la que alguien lo eligió para nosotros, y eligió ese y no otro por algún motivo. Además de ese nombre todos tenemos otros, ya que somos llamados de alguna otra manera en la intimidad de la familia, en el grupo de pares. Estos otros nombres o apodos también constituyen nuestra identidad. El tratamiento de estos temas pone en juego prácticas en el lenguaje oral -en las que no ahondaremos aquí-  y proporcionan experiencias para la enseñanza del lenguaje escrito.
Recordemos aquí la conveniencia y pertinencia de manejar carteleras/abecedarios sin ilustraciones en los que  se registrarán, como insumos,  para ser observados todas las veces que fueren necesarias, los nombres, los apodos y las distintas escrituras que algunos tienen con respecto a otros aun siendo “aparentemente iguales”-Viviana/Bibiana-. Ese registro será hecho por el docente. ¿Por qué? Porque serán fuentes referenciales seguras-estarán bien escritos-en las que los alumnos deben y pueden confiar.


Y les dejamos para releer, Leer y escribir: el día a día en las aulas, pp 12 a 23
(Kaufman, Ana María(2011), Leer y escribir: el día a día en las aulas, Buenos Aires, Aique.)

También les sugerimos leer palabras de Emilia Ferreiro, con motivo de su visita al país, para celebrar los 10 años de la Maestría en Escritura y Alfabetización de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata-noviembre de 2016-: "Ni Piaget imaginó los desafíos de los chicos contemporáneos"

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