lunes, 8 de febrero de 2016

Conversar no es preguntar

“Es frecuente que después de haber conseguido que los niños terminen de leer un libro demos por cumplido el objetivo de la lectura. Sin embargo, el acto socializador de lo que leemos es tan importante como la lectura misma. Conversar con los niños sobre sus lecturas es como encender una linterna en medio de una cueva: “¿Has visto esto?… Mira hacia allá… A ver qué encontramos por aquí…” “, nos dice Ana Garralón. Y ¿cómo hacemos entonces para instalar la conversación como un quehacer cotidiano y productivo dentro del aula? Previo a la lectura, ¿pensamos qué preguntas hacer que abran la posibilidad de hablar, de opinar, de argumentar, de confrontar?,¿cómo preguntar para colaborar con nuestros alumnos a que se “suelten”, se expresen cada vez más y mejor?,¿formulamos preguntas que exigen pensar y justificar la respuesta?
La pregunta es un disparador; puede ser muy enriquecedora si da permisos, si libera y  no coarta. Ana Garralón nos  hace reflexionar sobre esta cuestión y focaliza, sobre todo, en las lecturas a partir de las cuales  la proponemos los docentes; sin embargo, la pregunta es un instrumento muy valioso a la hora de tratar distintos temas, diferentes contenidos.
Antes de cerrar la entrada, una cita más de Ana, que nos parece importante:
“No te conformes con respuestas obvias: los niños tienen la costumbre escolar de tratar de responder lo más rápido posible. Una conversación es un paseo, no una carrera.”(La negrita es nuestra)


Además de leer a la autora en El arte de conversar con los niños sobre sus lecturas podemos recurrir otra vez a Paulo Freire y a autores que hicieron hincapié en las preguntas y su valor didáctico-pedagógico mencionados en  entradas anteriores






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