jueves, 24 de septiembre de 2015

Literatura y migración


En más de una oportunidad, hemos   afirmado que leer es viajar. En principio, es viajar a la soledad; para leer, debemos evadirnos de nuestro entorno, desoir  voces y llamados, olvidarnos de las obligaciones del hacer. Cuestión difícil de sostener. Claro que esa soledad permite otra compañía, la propia, la más íntima, cuando uno puede ser uno sin más, con sus deseos, sus alegrías, sus tristezas, sus decepciones. Situación a veces algo ¿insoportable?¿movilizante? siempre enriquecedora. Leer es migrar, hacia otro espacio, mental pero también físico, el de las historias que leemos; migrar a otros tiempos, a otras culturas, a otros lenguajes o al mismo que hablamos pero  con diferentes palabras, frases, modismos.

Leer, viajar, migrar es cambiar. Nadie que lea, que viaje, que migre permanece inalterable. Es inevitable que las propias raíces se movilicen,  aun a pesar de cada uno. El proceso puede ser algo doloroso de ser transitado. Sin embargo, es inevitable.

A veces, el viaje en la vida de todos los días es real; y entonces la migración se produce por diferentes motivos, deseados o no; evitables o no. La literatura también en estos casos se hará cargo y generará historias varias sobre el tema. El grotesco con  Discépolo-por ejemplo, Stéfano/Mateo- dará cuenta de la vida dolorosa, llena de nostalgia de los inmigrantes. El nuevo grotesco de Cossa-Gris de ausencia-, menos angustiante, con más humor, dará cuenta de la emigración. Griselda Gambaro y  El mar que nos trajo, retomará la inmigración. Evidentemente, tal como sostiene  la Dra. Martina Fittipaldi en el  artículo publicado en HABÍA UNA VEZ la Literatura[es] como un espacio de acogida y de reconstrucción identitaria, que puede salvar de la angustia y ayudar a sobrellevar el desafío que supone la migración, cualquiera fuere. 
Los invitamos a leer el artículo  y comentarlo, si así lo desean. 
En tanto, les dejamos un fragmento brevísimo de El mar que nos trajo:

“Hacia la medianoche, a punto de partir, Giovanni abrazó a Natalia fuertemente. Permaneció callado  mientras los marineros los despedían a grandes voces desde la cubierta, y para los niños, para Natalia e Isabella esa fue una fiesta que no olvidaron nunca.
Antes de reiniciar a pie el camino hacia la casa, la más pequeña de las hijas de Isabella volvió la cabeza y dijo, con un suspiro:-Ahí está el barco.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario