El primero es del chileno Jorge Teillier, el 8 de Los trenes de la noche:
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases sin esperanza
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
Y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.
Y el próximo le pertenece al español Antonio Machado, El viaje:
-Niña, me voy a la mar
-si no me llevas contigo,
te olvidaré, capitán.
En el puente de su barco
quedó el capitán dormido ;
durmió soñando con ella :
¡Si no me llevas contigo !...
Cuando volvió de la mar
trajo un papagayo verde.
¡te olvidaré, capitán !
Y otra vez la mar cruzó
con su papagayo verde.
¡Capitán, ya te olvidó !
Para despedirnos, El viaje del mexicano Amado Nervo:
Para
calmar a veces un poco el soberano,
El invencible anhelo de volverte a mirar,
Me imagino que viajas por un país lejano
De donde es muy difícil, ¡muy difícil!, tornar.
El invencible anhelo de volverte a mirar,
Me imagino que viajas por un país lejano
De donde es muy difícil, ¡muy difícil!, tornar.
Así
mi desconsuelo, tan hondo, se divierte;
Doy largas a mi espera, distraigo mi hosco esplín,
Y, pensando en que tornas, en que ya voy a verte,
Un día, en cualquier parte, me cogerá la muerte
Y me echará en tus brazos, ¡por fin, por fin, por fin!
Doy largas a mi espera, distraigo mi hosco esplín,
Y, pensando en que tornas, en que ya voy a verte,
Un día, en cualquier parte, me cogerá la muerte
Y me echará en tus brazos, ¡por fin, por fin, por fin!