Una de las colecciones más interesantes del
Museo Benito Quinquela Martín es la de los
mascarones de proa que se expone en la sala
Américo Bonetti.
Los
mascarones de proa son figuras escultóricas, generalmente de madera, ornamentadas o pintadas con las que se buscaba embellecer y dar identidad a la embarcación. Si bien se difundieron especialmente entre los siglos XVI a XIX, hay registros del uso de estas ornamentaciones desde la Antigüedad y la Edad Media. Griegos, fenicios y vikingos las empleaban, no solo con un sentido decorativo e identitario. La función de estas esculturas era proteger a la nave de seres y espíritus malignos. Por eso los motivos más comunes eran dioses o seres mitológicos, aunque también era muy frecuente el empleo de
figuras femeninas. Así, esta práctica se relaciona con las creencias y supersticiones más antiguas de diversos pueblos.
Estas tradiciones, que llegaron a nuestras tierras con los primeros inmigrantes españoles durante la conquista, se reforzaron con los barcos que trajeron a los "nuevos" inmigrantes de fines del siglo XIX y comienzos del XX. El barrio de La Boca fue un lugar de privilegio en el que se fueron acumulando estas piezas. Cuando hacia mediados de la década de 1930 Quinquela emprendió la obra de rescatar estas piezas para su museo, los vecinos del barrio - lancheros, marineros, armadores, patrones de barcos-, muchos de ellos inmigrantes o sus hijos, colaboraron con las viejas esculturas guardadas. De esta manera, aportaron su legado a la construcción de la cultura local.
Los invitamos a una recorrida virtual por la muestra o, si lo prefieren, a visitar el museo y disfrutarla directamente.
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