Un televisor de los '60. Fuente:Nube azul |
En su artículo Leer sin libros, Roger Chartier (*) se refiere a lo que muchos llaman biografías lectoras. En el mismo, alude a las experiencias de lectura y a los recuerdos que sobre las mismas construyen los lectores. Estos relatos conforman la identidad y la imagen que cada sujeto tiene de sí mismo. Chartier plantea que estas narrativas adoptan dos formas dominantes. Una de ellas, supone que el lector es heredero de una tradición lectora y se maneja en un mundo semejante a una biblioteca, en el que los libros han estado siempre presentes. La otra narrativa corresponde a la de aquellos en cuyos hogares escaseaban los libros y para quienes la escuela fue fundamental en la "conquista" de la lectura. En este último caso, Chartier rescata el papel que tuvieron otros mediadores en el acceso al mundo lector y- al recuperar su propia experiencia- destaca la televisión en blanco y negro de los años ´60 en Francia.
Al leer este artículo recordamos nuestras biografías lectoras. Si bien la narrativa propia podría coincidir con la metáfora de los herederos de la biblioteca, nuestra experiencia infantil con la televisión argentina de esa misma década fue muy intensa y promovió mundos de lectura que trascendían lo visto en casa o en la escuela. Recordamos ciclos de teatro en los que accedíamos a clásicos de la literatura española, argentina o universal en general; ciclos de ballet, de óperas, de cine en el que los guiones de las películas eran adaptaciones de clásicos de la literatura. Pocos se acordarán de un programa que se llamaba Yo soy porteño. Semana a semana, actuadas por grandes actores del momento, se desarrollaban historias y canciones que tenían como escenario un patio de conventillo, como en los viejos sainetes. Este programa recreaba historias de inmigrantes y del Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX, de las que algunos éramos herederos pero desconocíamos. Otros programas de documentales, como Enciclopedia en TV o Mundo Insólito, o Telescuela Técnica, nos acercaban a los relatos de la ciencia y la tecnología.
Esa televisión, tantas veces considerada un enemigo de la lectura y responsable de decadencia cultural, nos acercaba mundos que por el tiempo y la distancia estaban lejanos. Se nos ocurre preguntarnos de qué manera las nuevas tecnologías están actuando como mediadoras en las experiencias lectoras del presente y qué tipo de narrativas se están generando.
Los invitamos a disfrutar del artículo completo y a contarnos algunas experiencias de sus historias como lectores.
DOI 10.15645/Alabe17.15.10
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