Michèle
Petit, una de las autoras a la que solemos acudir para revisitar nuestro tema
común, la lectura, es otra vez
protagonista de una de nuestras entradas. A raíz de la publicación en internet
de una nota que se le hiciera el año
pasado - Por qué la lectura no terminará jamás, a la que califica de muy
linda-, nos pareció oportuno compartirla. Aunque a esta altura del año lectivo,
muy pocas cosas no estén previstas en el aula, para los chicos, la reflexión
sobre la lectura y sus efectos o los diversos acercamientos por los cuales la
abordamos y nos quedamos prendidos a las posibilidades que pueden resolvernos
algunas cuestiones: dudas/estrategias/ actividades factibles de ir madurando in
mente para un próximo grupo de alumnos, en el siguiente año.
Nos
gustaría llevarlos a su lectura completa, a través de estos fragmentos que les
elegimos:
“Tendría unos 4 años, Michèle, cuando su padre le regaló un libro
animado de esos que al abrirlo despliegan figuras. La pequeña miró los paisajes
en relieve y sintió un placer infinito. Página a página descubría
otro mundo, uno en miniatura, acorde con su medida. Un mundo
distinto del que la rodeaba y en el que crecía, la Francia gris de posguerra.”
Aunque no estemos en guerra, vivimos violencias
cotidianas, muy cercanas a nuestros chicos, espacial o geográficamente. Y la
lectura pudiera distraer, y por qué, generar placer como a la niña Petit.
Tendría unos 4 años, Michèle, y aquel encuentro con la literatura poco
le anunció sobre su futuro como investigadora de renombre en torno a la
lectura. Ese libro objeto de figuras en relieve hizo lo que los libros, las
historias y los relatos suelen hacer con lectores de 4 años: le
mostró un universo inesperado, la fascinó, le abrió un camino íntimo e
intransferible. Le dio de probar la hermosa perdición de
entregarse a la fantasía y a la ensoñación. La deslumbró.”
El contacto con los libros y las historias puede
ser el camino de apertura o profundización de nuestra capacidad de imaginar
“La relación entre las personas y la lectura es, para ella, algo más que
un atajo para mejorar la ortografía de los niños o enriquecer el léxico. “La
lectura ayuda a las personas construirse, a descubrirse, a ser un poco más
autoras de su vida, sujetos de su destino, aun cuando se encuentren en
contextos sociales desfavorecidos”. No importa la cantidad de horas y de textos
que se le dediquen. “Algunas palabras, una frase o una historia –dice en Lecturas…– pueden
dar eco a toda una vida”.”
Los niños de contextos sociales más
desfavorecidos, pensamos nosotras, son los que más necesitan de la lectura, de
esa lectura que les permita vislumbrar que
su mundo no es el único, que hay otros y muy dispares entre sí. Y es la
palabra leída, escuchada la que facilita conocerlos y tratar de alcanzarlos, no
como utopía sino como posibilidad.
“Petit no
hace pronósticos sobre el futuro de la lectura. “Sé que la
necesidad de historias constituye tal vez nuestra especificidad humana, y que
desde hace decenas de miles de años, los humanos tienen una exigencia poética,
artística: lo utilitario no nos basta –dice–.
Compartimos el enlace: Por qué la lectura no terminará jamás, por Carolina Cattaneo en Sophia online