martes, 31 de octubre de 2017

Michèle Petit y la lectura eterna o la lectura sin fin

Michèle Petit, una de las autoras a la que solemos acudir para revisitar nuestro tema común,  la lectura, es otra vez protagonista de una de nuestras entradas. A raíz de la publicación en internet de una nota que se le hiciera el año  pasado  - Por qué la lectura no terminará jamás, a la que califica de muy linda-, nos pareció oportuno compartirla. Aunque a esta altura del año lectivo, muy pocas cosas no estén previstas en el aula, para los chicos, la reflexión sobre la lectura y sus efectos o los diversos acercamientos por los cuales la abordamos y nos quedamos prendidos a las posibilidades que pueden resolvernos algunas cuestiones: dudas/estrategias/ actividades factibles de ir madurando in mente para un próximo grupo de alumnos, en el siguiente año.



Nos gustaría llevarlos a su lectura completa, a través de estos fragmentos que les elegimos:

“Tendría unos 4 años, Michèle, cuando su padre le regaló un libro animado de esos que al abrirlo despliegan figuras. La pequeña miró los paisajes en relieve y sintió un placer infinito. Página a página descubría otro mundo, uno en miniatura, acorde con su medida. Un mundo distinto del que la rodeaba y en el que crecía, la Francia gris de posguerra.”
Aunque no estemos en guerra, vivimos violencias cotidianas, muy cercanas a nuestros chicos, espacial o geográficamente. Y la lectura pudiera distraer, y por qué, generar placer como a la niña Petit.

Tendría unos 4 años, Michèle, y aquel encuentro con la literatura poco le anunció sobre su futuro como investigadora de renombre en torno a la lectura. Ese libro objeto de figuras en relieve hizo lo que los libros, las historias y los relatos suelen hacer con lectores de 4 años: le mostró un universo inesperado, la fascinó, le abrió un camino íntimo e intransferible. Le dio de probar la hermosa perdición de entregarse a la fantasía y a la ensoñación. La deslumbró.”
El contacto con los libros y las historias puede ser el camino de apertura o profundización de nuestra capacidad de imaginar

“La relación entre las personas y la lectura es, para ella, algo más que un atajo para mejorar la ortografía de los niños o enriquecer el léxico. “La lectura ayuda a las personas construirse, a descubrirse, a ser un poco más autoras de su vida, sujetos de su destino, aun cuando se encuentren en contextos sociales desfavorecidos”. No importa la cantidad de horas y de textos que se le dediquen. “Algunas palabras, una frase o una historia –dice en Lecturas…– pueden dar eco a toda una vida”.”

Los niños de contextos sociales más desfavorecidos, pensamos nosotras, son los que más necesitan de la lectura, de esa lectura que les permita vislumbrar que  su mundo no es el único, que hay otros y muy dispares entre sí. Y es la palabra leída, escuchada la que facilita conocerlos y tratar de alcanzarlos, no como utopía sino como posibilidad.

“Petit no hace pronósticos sobre el futuro de la lectura. “Sé que la necesidad de historias constituye tal vez nuestra especificidad humana, y que desde hace decenas de miles de años, los humanos tienen una exigencia poética, artística: lo utilitario no nos basta –dice–. 

Compartimos el enlace: Por qué la lectura no terminará jamás, por Carolina Cattaneo en Sophia online

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