Marta Lorente como Daniel Pennac -citado por ella misma en el artículo de Clarín que vamos a compartir-
insiste en que leer no admite el imperativo, por lo cual, una frase como
"hay que leer" puede generar efectos contrarios a los buscados y deseados- añadimos
nosotras- por los docentes y todo adulto que se precie de tener buenas
intenciones con respecto a los chicos, sus derechos y su futuro!
Y acordamos en que no deberíamos
obligar a leer si queremos lograr que los chicos lean, se conviertan en
lectores. Quienes leemos porque sí, siempre que podemos, de cualquier manera,
en cualquier posición o lugar, somos lectores porque...¿alguien nos leyó algo
que nos encantó?¿Alguien nos recomendó una lectura en particular que no pudimos
dejar de leer?¿Alguien con su voz nos llevó por caminos impensados pero
increíblemente atractivos? ¿Un libro nos hizo perder la noción del tiempo y no
nos interesó dormir sino hasta que el sueño nos invadió sin poder evitarlo?
Seguro, no fue porque nos obligaron.
Tal vez haya que pensar en cómo
acercamos a nuestros chicos a la lectura. Tal vez, el oído, como dice Lorente, sea
el camino, o sea, la voz, nuestra voz el
canal más adecuado y perfecto porque:
“…creo que la narración oral sigue viva porque despierta
sensaciones interesantes: si yo entrego un texto al público para que lo lea,
cada uno va a entrar en su propio mundo lector; el que lee se aísla. En la
narración oral, el oído es un sentido unificador que logra una comunión en el
auditorio…”
(Imagen extraída de www.understood.org) |
No decimos más; es mejor que
leamos la nota y las palabras de la autora; les dejamos el link El malestar en la lectura
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