La crisis de la civilización occidental se manifestó en el período de entreguerras y se profundizó a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. El existencialismo fue una corriente filosófica que expresó este malestar y replanteó la centralidad de la existencia humana. Esta nueva postura - presente en el pensamiento de Jean Paul Sartre y de Albert Camus (El mito de Sísifo) - tuvo gran incidencia en el arte, en especial en las artes escénicas, entre ellas, el teatro.
Surgió, así, el teatro del absurdo que reflejaba esta mirada sobre el mundo y la existencia en la manera de romper con las reglas aristotélicas, la inclusión del humor, el disparate, la incoherencia, lo ilógico, el peso que cobran el decorado y la escenografía entre otras características.
Los principales autores de este teatro son Samuel Beckett, Harold Pinter, Eugène Ionesco, Jean Genet, entre los europeos.
Afiche de Esperando a Godot del Centro Cultural del Bosque - Teatro Orientación
de Ciudad de México- promocionando la obra en 2015
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El montacargas (o El montaplatos) -
Representación en España de 2012 |
La cantante calva de Eugène Ionesco- Alternativa teatral- enero 2016 |
Las criadas de Jean Genet- Universidad Maimónides,julio 2016 |
Nuestro país no fue ajeno a la crisis y las transformaciones de la época. En ese contexto, el absurdo influyó en algunos aspectos de la obra de distintos dramaturgos como, por ejemplo, Griselda Gambaro.
La vanguardia, influida fundamentalmente por
el absurdo europeo, estuvo representada por el famoso Instituto Di Tella y por el
grupo Yenesí, fundado por Eduardo Pavlovsky y Julio Tahier. La vanguardia nació, creció,
se difundió, vivió bajo la fuerte presencia-con recursos y
apertura política, intelectual y cultural-
del Di Tella que permitía la experimentación libre y estética a nivel nacional.
De él surgió la dramaturga Griselda
Gambaro, y en su sede se estrenaron las tres primeras obras de la autora, Las
paredes, El desatino, Los siameses que, aun siendo absurdas, eran particulares, con rasgos
propios, con características de nuestro contexto político, histórico y social. Con el tiempo, la ambigüedad en el lenguaje,
la falta de adecuación lógica temporal y espacial dejará su lugar y otra vez el lenguaje recobrará su valor comunicativo.
A pesar de lo dicho, su
obra Antígona
furiosa, muy posterior, de 1986, muestra una fuerte elaboración vanguardista cuando con el
texto original de Sófocles, reproduce sus procedimientos estilísticos con una orientación
nueva o dos conviviendo, la de la Grecia
clásica y la de la Argentina de la época-para poder hablar indirectamente de la represión, de las torturas, de las desapariciones-. En todos los casos, la palabra dicha cobra otro rol, porque no se la entiende, porque no comunica, porque está fuera de toda lógica.
En relación a Eduardo Pavlovsky, representa acabadamente la vanguardia con La espera trágica. En ella, los
personajes dialogan de manera incoherente, hay juegos de palabras, ruptura del concepto de tiempo y de
identidad. La palabra “espera” de su título, de hecho, remite al tema
fundamental del absurdo.
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