El telón-¿aumentativo de tela?- se llama de boca
cuando cierra la embocadura a la altura del proscenio (parte del escenario más
cercana al público). Se mantiene cerrado antes del inicio de la representación
y entre los actos. Su cierre indica también el final de la obra.
En algunos, la luz lo reemplaza y cumple su función, apagándose o no, según corresponda.
En el teatro moderno se encuentra, justo detrás de él, el cortafuegos, telón metálico o de seguridad.
También existe el telón de fondo, siempre bajo. Puede
ser decorativo, en función del espectáculo, para proyectar imágenes como “en
vivo” o directamente en vivo, cuando se muestra
una escena distinta de la que se desarrolla a la vista de todos.
El telón puede
deslizarse en forma horizontal-es el griego, americano o italiano según
variantes-.
Hay otros, en los teatros más tradicionales-alemán
o francés, por diferencias en el sistema de deslizamiento- cierra y
abre de manera vertical.
Otros telones son de cielo y de bambalinas que suelen integrarse
con la escenografía y facilitan la ambientación de la historia.
De todas formas, hoy la teatralidad de los espectáculos hace
que se juegue mucho con él, de diversas formas con sentidos varios, propios de
cada obra.
A veces, son parte del relato. El utilizado en La tempestad,
de William Shakespeare, versión actuada por Alfredo Alcón, en el teatro General
San Martín de CABA, era también con su color plateado y los efectos de las
luces, ¡el mar!
Los telones colgantes para diferentes
efectos en la historia suelen ser muy utilizados en los espectáculos musicales.
Y como siempre, hasta la próxima entrada o el próximo comentario de ustedes que será bienvenido.
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